La denunciante relató que se enteró de los abusos cuando la convocaron de la escuela de su hija (13). En el establecimiento le avisaron que la menor había comentado que tenía problemas con su abuelo paterno. Al pedirle precisiones, manifestó que cuando tenía diez años de edad, el padrastro de su papá había comenzado a besarla y a tocarla en sus partes íntimas. La víctima le dijo a su mamá que no le había contado antes por temor y por vergüenza.
La denunciante comprendió entonces algunos cambios en el comportamiento de su hija y la razón de que no quisiera ir a la casa de su padre. Sospechó incluso que los abusos se habían prolongado hasta ese momento.
El imputado (74) fue condenado a tres años de prisión condicional como autor del delito de abuso sexual simple agravado por la convivencia.
El juez Ángel Amadeo Longarte, vocal de la Sala II del Tribunal de Juicio, le fijó las reglas de conducta que el acusado deberá cumplir durante dos años para conservar la modalidad de prisión en suspenso. Entre otras obligaciones, deberá hacer tratamiento psicológico previo informe de un profesional sobre su necesidad y eficacia; abstenerse de acercarse a la víctima, a su familia y de comunicarse con ellos por cualquier medio.