Con velas encendidas y ocupando las escaleras, los manifestantes pidieron prisión perpetua para el imputado Gonzalo Lizarralde.
El 17 de septiembre de 2014, Paola Acosta fue apuñalada por su expareja Gonzalo Lizarralde y arrojada a una alcantarilla de barrio Urquiza junto a Martina, su beba de un año y nueve meses. Según las estimaciones, la pequeña pasó aproximadamente ochenta horas junto al cuerpo sin vida de su madre.
A un año del asesinato de Paola, se desarrolló un acto en las escalinatas del ingreso al edificio de Tribunales I, donde se solicitó justicia por ese hecho y para que terminen los femicidios.
Un numeroso grupo ocupó las escaleras y con velas en las manos pretendieron simbolizar la luz que deben tener las autoridades para resolver casos como éste.
Maru Acosta, su hermana, dijo que hubo un cambio en la sociedad, «porque entendió lo que estaba pasando, pero todavía ni el Estado, el Gobierno o la Justicia han estado a al altura».
«A la problemática de género le hacen falta respuestas fuertes que no recibimos después del 3 de junio. La perpetua para Lizarralde es uno de los pendientes que tiene la justicia que se ha demorado un año, un tiempo récord. No vamos a dejarla en paz hasta que le den la perpetua», señaló.
Indicó que «es muy doloroso y difícil después de recordar lo que estaba pasando el año pasado».
Por su lado, Luciana Echevarría, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), consideró crucial la movilización permanente que se realizó para la aparición de Paola y su pequeña hija, pero cuestionó que no se toman medidas concretas.
Imagen : cba24n