Pobreza y desigualdad, dos constantes en los países latinoamericanos

Para el Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Álvaro Marchesi, existe un «círculo trágico» entre pobreza, desigualdad y escasa educación, señalando a las dos primeras como las «características más profundas y lacerantes de la región».

Su análisis desarrollado extensamente en el libro Las metas educativas 2021. Un proyecto iberoamericano para transformar la educación en la década de los bicentenarios, publicado este año en nuestro país por la editorial Santillana, señala una constante dependencia en la relación entre educación y pobreza, puesto que a «menor ingreso, escolaridad y esperanza de vida, mayor mortalidad infantil y materna, y menor acceso a la salubridad y al agua potable».

Si bien el trabajo explicita que existe una disminución en los índices de pobreza desde 2003, «en estrecha relación con el crecimiento económico,
los niveles absolutos y relativos de la pobreza siguen siendo alarmantes». De esta manera retoma las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que durante el año 2005 dio cuenta de 213 millones de personas pobres en América Latina y el Caribe, alcanzando un 40,6% de la población de la región, mientras el número de indigentes, aquellos que viven en la pobreza extrema, llegan hasta 79 millones, casi el 15% de la población.

La publicación señala además que la pobreza, especialmente cuando es extrema «tiene un efecto devastador en la infancia», ya que la desnutrición deja enormes secuelas que afectan la salud y el desarrollo físico y neurológico de los niñ@s. En Argentina, la desnutrición alcanza al 5,4% de la población infantil de menos de cinco años. A nivel regional, «la desnutrición global afecta al 7,2% de l@s menores de cinco años, lo que supone casi cuatro millones de niños».

La desigualdad se observa como señala Marchesi en términos de distribución del ingreso, siendo esta región la más desigual del mundo y constituyendo estos mecanismos una forma de reproducción social que impide la movilidad ya que los «bajos ingresos», suman «dificultades para mantener a l@s hij@s en la escuela», empujando nuevamente a estos grupos humanos «a trabajos poco cualificados o con niveles de salarios inferiores y formación de una nueva familia que repite el esquema básico anterior».

Escaso nivel de instrucción, el correlato de la disparidad

Dentro de esta edición se explicita la inseparable unión entre pobreza y retraso educativo, quedando plasmado esto en la disparidad que se da entre los países más pobres de América Latina y el resto de la región.

En Cuba, Portugal, Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay el analfabetismo entre la población mayor de 16 años es menor al 5%, mientras en Guatemala, Nicaragua y El Salvador, el analfabetismo afecta a más del 18% de los alumn@s.

Las diferencias planteadas en torno a las posibilidades educativas también definen el acceso al mercado laboral, siendo cuatro veces más probable la inserción jóvenes latinoamerican@s con menor formación en sectores de baja productividad de la economía, lo cual conlleva «menores ingresos y mayor riesgo de mantener el círculo de pobreza, falta de educación y desigualdad»

FUENTE: MARCHESI, Álvaro. (2009). Las metas educativas 2021.Un proyecto iberoamericano para transformar la educación en la década de los bicentenarios, Buenos Aires, Santillana.

FOTO: www.proteger.org.ar