A una semana del Paro Internacional de Mujeres, en Córdoba ocurrieron dos nuevos femicidios en el interior de la provincia.
En ninguno de los casos las denuncias por violencia de género sirvieron para frenar el peor de los finales.
El 8 de marzo, mientras miles de mujeres se movilizaban en las calles de Córdoba, María Susana Carraro estaba de visita en Cruz del Eje. Había viajado desde Río Tercero para ver a sus hijos. ¿Habrá visto en las noticias que cientos de miles de mujeres paraban en todo el país contra la violencia machista? Nunca lo podremos saber. Al día siguiente de la movilización la ex pareja la mató a golpes. Después de asesinarla le envió un mensaje de texto a una de las hijas que tenían en común. Quería avisarle que su madre estaba muerta. La niña de catorce años salió corriendo a la comisaría.
Alicia Copa sabía que el 8 de marzo había una marcha contra la violencia de género. Sus compañeras del comedor se organizaron para ir. Ella no quiso: estaba en medio de un proceso doloroso, todavía un poco paralizada por la violencia que había vivido. Tres días después amaneció en su casa en Villa María junto a sus hijos de diez y cinco años. A las nueve de la mañana apareció su ex en la puerta del patio. El hombre le pegó un tiro en la cara y después se quitó la vida. “¡No papá, mamá te ama!”, gritó la hija de diez años.
Ambas, Susana y Alicia, habían hecho denuncias por violencia de género ante la Justicia. En lo que va del año ya suman cuatro femicidios en la provincia.
-La mujer que amasaba pan
Alicia Copa había sentido alivio al conseguir la orden de restricción para que su pareja no se pudiera acercar. José Alberto Angeloni, de 45 años, la tenía bajo amenaza. La mujer lo había denunciado varias veces por golpes y maltrato. En junio, la restricción impidió que el hombre siga viviendo bajo el mismo techo. Alicia se quedó con los hijos que tenían en común, de diez y cinco años, y Angeloni fue a vivir a Buenos Aires.
“Ahí mismo la conocí. Se había quedado sola y vino a buscar ayuda”, dice Marisa Sánchez, vecina a cargo del comedor Caritas Felices. Fue el comienzo de un vínculo con otras mujeres que no tenían empleo formal. Alicia ayudaba en la cocina. “Llegaba a las cinco de la mañana y hacía panes para vender afuera, necesitaba mantener a sus niñitos”.
En el comedor las mujeres hablan sobre violencia de género. Funcionan como una red de contención. Para el #8M algunas salieron a marchar a las calles de Villa María. Alicia no. “Era más tímida, recién ahora estaba empezando a vencer el miedo”, dice Marisa.
Angeloni nunca dejó de hostigarla. Un día la mujer cambió el chip del teléfono y al nuevo número lo compartió sólo con su círculo más íntimo. La mañana del 13 de marzo no fue al comedor ni llevó a los hijos a la escuela. “Todavía no sabemos por qué”, aclara el fiscal villamariense René Bosio.
A las nueve de la mañana, la ex pareja se apareció por la puerta del patio. Discutieron. En medio del griterío la hija de diez años salió afuera y se interpuso entre los dos. Angeloni sacó un calibre 22 y baleó a la mujer en la mejilla. Luego se pegó un tiro en la cien. La menor corrió a lo de una vecina a pedir ayuda. Ella y el hermano de cinco años vieron todo.
“Encontramos la mochila de Angeloni en el patio de la casa junto a unas colillas de cigarrillo. Todo hace presumir que el hombre estuvo escondido, esperando al menos unas horas”, dice el fiscal. La Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia interviene en la situación de los menores. La niña pudo contar lo vivido a través de cámara Gesell.
– Mensajes de un femicida
Al día siguiente del Paro Internacional de Mujeres, María Susana Carraro estaba en Cruz del Eje. Había viajado para visitar a dos de sus hijos, fruto del matrimonio con Enrique Albornóz. Ya no eran pareja. Susana lo había denunciado por violencia de género. Ahora vivía en Río Tercero con su nueva familia . Tenía 53 años.
Ese mismo día Albornóz la mató a golpes en su vivienda. El hombre usó un elemento contundente como un hacha o un martillo. Los demás detalles del femicidio se encuentran bajo secreto de sumario.
La primera en enterarse fue la hija de 14 años. El padre le envió un mensaje de texto donde confesó lo que había hecho. “A las 7.20 se presentó una niña en la comisaría, avisando que el papá había matado a la madre”, dijo el comisario inspector Rubén Turri.
Primero encontraron el cuerpo sin vida de Susana, y dos horas más tarde un móvil policial encontró a Albornóz. Estaba escondido en una zona urbana rural, cerca de los canales de riego de la ciudad. La autopsia determinó que la mujer había sido asesinada el día anterior.
“Un femicidio no es sólo matar a alguien. En el homicida existe una conducta particular, una serie de motivaciones que tienen que ver con el género”, dice el fiscal cruzdelejeño Reymundo Barrera, a cargo de la investigación.
En Cruz del Eje no hubo marchas, pero sí repudio por las redes sociales. La misma tarde del 10 de marzo una radio local informó que el municipio cancelaba los eventos programados para el fin de semana por “el Día de la Mujer”: “Esperamos sepan entender los motivos de dicha suspensión”, rezaba el final del comunicado.
Nota escrita en el marco de la beca Cosecha Roja