México, listo para votar por una mujer», asegura la legisladora del PAN Joséfina Vázquez Mota. Y apunta a mostrar un cambio en una de las sociedades quizás más machistas de Latinoamérica.
Carácter y fortaleza es lo que demuestran las mujeres que se hacen un lugar en el hasta hace poco tan masculino mundo de la política.
No es una cuestión de belleza ni de seducción, sino de la exigencia social de demostrar de forma constante que están a la altura de los hombres a la hora de ejercer el poder y tomar decisiones. La ventaja, la enorme riqueza del universo femenino, que no siempre se deja aflorar a primera vista, pero que es parte esencial de su ser en la política.
Largas décadas de lucha por la igualdad de género se cristalizan hoy en una presencia cada vez mayor de mujeres en las esferas de poder. Y señalan asimismo una madurez de sus sociedades.
«México, listo para votar por una mujer», asegura la legisladora del PAN Joséfina Vázquez Mota. Y apunta a mostrar un cambio en una de las sociedades quizás más machistas de Latinoamérica. «La Presidencia de la República no es un tema de género, sino una cuestión de capacidad, en donde la mejor mujer o el mejor hombre, con el mejor proyecto de gobierno, pueda tomar las riendas del país», afirma.
Dilma Rousseff, en Brasil; Cristina Fernández de Kirchner, en Argentina; Laura Chinchilla, en Costa Rica, llegaron a la presidencia con varios puntos en común, además de una larga trayectoria política: decisión y elegancia. No representan el modelo de belleza ideal, pero combinaron su femineidad con la determinación que se les exigió para arribar a lo más alto del poder.
«Firme y honesta», fue el lema de campaña de Chinchilla, una mujer de palabras y voz decididas que desde el principio quiso dejar en claro su potencial.
Fernández de Kirchner es Cristina, sin necesidad de apellidos. Con mirada firme y un discurso potente, con el que se planta ante estadistas de todo el mundo, como en el G20, la presidenta argentina hace no obstante de la coquetería y la elegancia su estilo, aún en el luto que mantiene tras la muerte de su esposo y antecesor Néstor Kirchner el 27 de octubre pasado.
En Brasil, Rousseff se planteó el desafío de suceder a Lula, uno de los políticos más influyentes del mundo que llevó a su nación a la elite de los poderosos. Y desde el principio marcó su lugar: se hace llamar «presidenta», poco usual en su país, y se comprometió a «honrar a las mujeres brasileñas para que este hecho hasta ahora inédito se convierta en algo natural y que se pueda repetir y ampliar en las empresas, en las instituciones civiles y en toda la sociedad».
«Éste es un momento especial porque demuestra que Argentina y Brasil son países con una sociedad desarrollada, capaces de elegir a dos mujeres en sus gobiernos», aseveró Roussef en su reciente visita a Buenos Aires. «Ni las feministas más combatientes lo podrían haber imaginado», agregó Fernández de Kirchner.
Perú también está escribiendo su página central en la llegada de las mujeres a la política con la disputa entre dos mujeres por la alcaldía de Lima, que finalmente ganó la centroizquierdista Susana Villarán, y la postulación de Keiko Fujimori a la Presidencia.
La llegada de las mujeres a la política está plagada no obstante de ventajas y desventajas que las mantiene en forma constante en un difícil ejercicio de equilibrio. Tienen que demostrar que pueden soportar las presiones y hacer valer sus decisiones en una esfera mayoritariamente masculina. A la vez, mantener la esencia femenina sin que eso signifique debilidad, aunque la cuestión de género haya sido levantada como bandera en momentos de crisis.
«Cuando por primera vez como presidenta electa de todos los argentinos, en elecciones libres y democráticas, me dirigí a todos los argentinos y argentinas, les dije que por ser mujer me iba a costar más y no me equivocaba, a las mujeres siempre todo nos ha costado más, pero también somos las mujeres las que jamás abandonamos nuestro puesto y nuestro lugar de lucha», aseveró Fernández de Kirchner durante la crisis con el sector rural en 2008.
«Si tienen que criticarte y sos mujer lo hacen por el género, no por si sos buena presidenta, mala presidenta, buena jardinera o mala jardinera, es casi una capitis diminutio el género», sostuvo.