En África, América Latina y Oriente Medio millones de mujeres se enfrentan diariamente a realidades tan duras como la violencia, la ablación y el rechazo a su presencia en la vida pública e institucional.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer, un día establecido por la ONU que nos brinda la oportunidad para poner el foco sobre las diversas realidades vividas por millones de mujeres dependiendo del lugar del que proceden. Mientras en Europa pelean por ocupar más cargos directivos, en Oriente Medio su voz se escucha en las revueltas, en África miles de mujeres mueren durante el parto y sufren la ablación del clítoris, y en América Latina la principal preocupación de las mujeres sigue siendo la violencia de género.
En Europa, las principales reivindicaciones en la lucha de la igualdad de género se centran principalmente en el plano laboral. El 60 % de los graduados universitarios en Europa son mujeres, aunque éstas sólo llegan al 3,2 % de las presidencias de las grandes compañías europeas. Para romper el techo de cristal desde la Comisión Europea se ha propuesta la imposición de cuotas obligatorias para mujeres en los cuadros directivos de las empresas europeas.
En este sentido, una potencia europea como Francia ha aprobado recientemente una ley sobre representación equilibrada de hombres y mujeres en los consejos de administración, que instaura una cuota mínima del 40% del sexo menos representado.
La lacra de la violencia en latinoamérica
En América Latina la realidad es bien distinta, lejos de la imagen de liderazgo femenino representada en las presidentas latinoamericanas como la brasileña Dilma Rousseff, la costarricense Laura Chinchilla y la argentina Cristina Fernández, la lacra de la violencia de género estigmatiza a millones de mujeres de estos países gobernados por mujeres.
En países como Ecuador el 80% de las mujeres ha sido víctima de la violencia machista alguna vez, en forma de agresiones físicas o psicológicas, según el Plan Nacional de Erradicación de la Violencia de 2009.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denuncia que una de las barreras que impide a las féminas tener una mejor calidad de vida es la pobreza que afecta a los sectores rurales e indígenas. La falta de igualdad de acceso a los recursos y oportunidades necesarias para ser más productivas son los principales obstáculos con las que se topan las mujeres rurales en América Latina y el Caribe.
La FAO sentencia que las mujeres rurales trabajan más y ganan menos y pone como ejemplo a México, donde trabajan 89 horas semanales, 31 horas más que los hombres. En cuanto a la titularidad de la tierra, sólo el 11 % de la mujeres la tienen en Brasil; 22,4 %, en México y el 27 % en el Perú. A pesar de que las mujeres componen la mayoría de los agricultores a pequeña escala y desempeñan una función clave en la seguridad alimentaria, los planes de distribución de la tierra suelen estar dirigidos en su gran mayoría a terratenientes hombres, según ONU Mujeres.
Las revueltas árabes, en femenino
El Premio Nobel de la Paz 2011 reconoció a la activista Tawakkul Karman, que fue una de las protagonistas de la revuelta contra el entonces presidente yemení, Ali Abdalá Saleh. Una mujer egipcia, Asmaa Mahfuz, y otra siria, Razan Zeituneh, recibieron el premio Sajárov de Libertad de Conciencia que concede el Parlamento Europeo por su activismo contra los regímenes dictatoriales en sus respectivos países durante la llamada Primavera Árabe.
Tres nombres que nos recuerdan el papel desempeñado por las mujeres durante las revueltas en Oriente Medio y el Norte de África. Amnistía Internacional recuerda que durante los distintos alzamientos ellas han asumido los mismos riesgos que los hombres, sin librarse de la violencia, y cómo muchas manifestantes han sido hostigadas, acosadas, torturadas y maltratadas por su género.
AI lamenta que de las miles de manifestantes que participaron en las protestas antigubernamentales en Baréin, decenas fueron detenidas y algunas sufrieron tortura y otros malos tratos.
En países árabes como Arabia Saudí las mujeres son discriminadas y se les niega el control sobre su propia vida. Un acto tan cotidiano como conducir un coche puede costar la vida a las mujeres de la península arábiga. Asimismo, en Egipto a pesar de la presencia de miles de mujeres en primera línea de las protestas, pocos han sido los avances en materia de igualdad tras la caída de Mubarak.
En África, ellas tienen que sobrevivir
En el continente africano todos los días son lucha para la mujer, aunque para la sociedad sean invisible. A pesar de ser el sustento de la vida económica local y erigirse pilares esenciales de la seguridad alimentaria, la desigualdad se ensaña principalmente con la mujer rural. En muchos casos, la mujer es la única fuente de ingresos disponible en la estructura familiar, sin embargo tan sólo el 1% dispone de la propiedad de las tierras.
Médicos Sin Fronteras denuncia que miles de mujeres en zonas de conflicto mueren durante el parto por no disponer de la atención médica adecuada. ?El 15% de todos los embarazos presentan complicaciones que pueden terminar con la muerte de la madre?, según el informe de MSF. Otra lacra con la que tienen que combatir las mujeres africanas es la ablación. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 140 millones de mujeres viven con los efecto secundarios de esa mutilación.
El caso más destacado es el de Senegal, país donde el 28 % de las mujeres de entre 15 y 49 años han sufrido mutilaciones o escisiones genitales Según datos de la ONU, en África hay 92 millones de niñas de 10 años o más que han sufrido ese tipo de violencia, una práctica que, además de en ese continente, es corriente en otros países de Oriente Medio y Asia como India, Indonesia, Irak, Israel, Malasia y Emiratos Árabes Unidos.
Los países donde se ha documentado más prevalencia de esta práctica, considerada por la ONU como una violación de los derechos humanos, son Somalia, donde en 2010 afectaba al 97,9 % de las mujeres, Egipto (95,8 %), Guinea Conakry (95,6), Sierra Leona (94), Yibuti (93,1) y Mali (91,6). También supera el 70% u 80 % en Burkina Faso, Eritrea, Etiopía, Gambia, Mauritania y el norte de Sudán.