Según la abogada Verónica Spaventa, delegada del INADI en Salta, la naturalización del patriarcado en nuestra sociedad ha tornado invisible las situaciones de violencia hacia la mujer que se dan en lo cotidiano, en las vivencias dentro y fuera del hogar, incluso en las cosas que sin una observación detenida se muestran como igualitarias entre ambos sexos.
La abogada destaca que éstas prácticas siguen arraigadas tan fuertemente en lo doméstico, que es por ello que pese a la fuerte inserción de las mujeres en el mundo del trabajo durante el último siglo, las mismas cumplen una doble o triple jornada, ya que sus tareas laborales continúan con los quehaceres del hogar, a los que se suma el cuidado de los hijos y de las personas con discapacidad.
Spaventa, recalca que fuera de esto, es el Estado quien guarda una deuda importante con el sexo femenino, y que es necesario que desde el Congreso de la Nación se avance en la inclusión de las mujeres en el ámbito laboral, con igual acceso e igual remuneración. Menciona también la existencia del llamado ?techo de cristal? escalón laboral que la mujer por su condición de género pese a sus capacidades individuales no logra superar.
Sobre esto último, la delegada del INADI resalta que las mujeres pobres, quienes en muchos casos se dedican al trabajo doméstico, son las más descuidadas, en cuanto éste se encuentra excluido de la legislación laboral.
Menciona asimismo que dentro del sistema educativo, la mujer sufre el mismo correlato que se da en otros ámbitos como la familia y el trabajo, siendo un lugar en el que se concibe la imagen de la misma asociada a la maternidad y a las tareas domésticas desde el nivel inicial con la reproducción de juegos y comportamientos que se suponen debe tener una niña.
Resalta también la importancia de visualizar mecanismos que se dan en torno a fenómenos como la discriminación por género, que también constituyen una forma de violentar a las mujeres, entendiendo que corresponde a la Justicia interiorizarse y descubrir aquellos estereotipos de superioridad masculina que muchas veces impiden que las causas iniciadas por violencia familiar sean atendidas correctamente.
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