LAS MUJERES Y EL BICENTENARIO

La educación sexual más allá del modelo biomédico 1

Introducción
En esta presentación aspiramos a brindar algunos elementos que permitan tender puentes entre las diferentes iniciativas políticas escolares que, desde una estrategia curricular transversal, deben hacerse cargo de ofrecer espacios de enseñanza para que niños/as, adolescentes y jóvenes reciban la Educación Sexual Integral establecida por la normativa nacional.

Entendemos que pensar al cuerpo sexuado desde la noción de ?construcción social? abre un interesante abanico de posibilidades en esta dirección. No se trata, huelga decirlo, de negar la ?dotación? material que cada persona ?recibe? a través de sus genes sino de incluir en el análisis la potencia modificadora de la interacción con el medio ambiente y el medio social.

En la actualidad nuestros cuerpos muestran como nunca antes la fuerte incidencia que tienen, y que pueden llegar a tener, las diferentes posibilidades y modalidades de ?intervención? que el mercado propone a la población. Solo algunos ejemplos nos introducen rápidamente al mundo en que se vuelen difusas las fronteras entre ?lo dado? y ?lo hecho??

Los piercings, los tatuajes, las cirugías estéticas muestran fuertes modificaciones de los cuerpos, algunas más perdurables que un simple maquillaje matinal, un brushing, una depilación. Algunas no pueden volverse atrás?

Así, estas intervenciones van a más allá de un cambio de aspecto coyuntural y, con frecuencia, intervienen en la definición identitaria de un sujeto. En otras palabras, ?quiénes somos? se define en parte por el ?qué hacemos? con nuestros cuerpos. Generalmente, se concibe a la identidad como el conjunto de características o circunstancias que hacen que alguien o algo sea reconocido, sin posibilidad de confusión con otro y a la vez como la conciencia que tiene una persona de su pertenencia a uno o varios grupos sociales o a un territorio, y significación emocional y valorativa que resulta de ello. Esto significa que la ?identidad? permite reconocer o reconocerse. En este sentido, tiene una base muy estable porque remite a la propia historia y al sentido de estabilidad indispensable para vivir…Pero mirado en el mediano y largo plazo, la cuestión es más compleja: con frecuencia, después de un proceso de psicoanálisis, parece que llega a cambiar ?el pasado? a partir de su resignificación. Uno de los teóricos más significativos en el estudio de la construcción social del cuerpo, Michel Foucault (1990), postula la necesidad de desesencializar a la identidad y al cuerpo como categorías unificadas, coherentes y fijas; y los historiza como el producto de fuerzas sociales que los definen, moldean y regulan por la cultura dominante a través de la historia.

La identidad no excluye la diversidad de pertenencias, tampoco se hace activa hasta que el grupo llega a establecer en esta diversidad un orden de prioridad, es decir, de jerarquía. Los criterios de identificación cambian, con relación a los valores dominantes en una sociedad y en una época determinada de la historia. Los estereotipos tienen la función de ordenar el mundo a nuestro alrededor, ya que funcionan socialmente para establecer y mantener la hegemonía del grupo dominante. Así, al pertenecer a diferentes grupos, vamos adoptando formas compartidas de ser y de vivir nuestros cuerpos: una nación o grupo étnico, un sector socioeconómico, una generación, y muchos otros, configuran un significado valorativo que implica la existencia de relaciones de poder: el ?quiénes somos? y el ?qué hacemos con nuestros cuerpos? está enmarcado en un abanico de posibilidades, amplias o restringidas, pero nunca infinitas.

Con el concepto de ?sexo-género? estamos nombrando justamente a la definición de posibilidades con las que, en un espacio- tiempo determinado, debe lidiar un sujeto al construir su cuerpo sexuado.

En las próximas tres imágenes, también tenemos ?producciones?…

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La mujer de la primera imagen ha producido su cuerpo de maneras menos ?evidentes? que colocando un piercing en su nariz pero seguramente ha trabajado mucho y lo hace diariamente, para mantener su aspecto. Un ideal de belleza femenino ligado fuertemente al mandato de ?agradar? frente a la mirada de otros/as; sobre todo del varón. También el hombre de la segunda foto que, con un ?look? más bien informal y descontracturado, seguramente tiene detrás unas cuantas horas de gimnasio, peluquería y prueba de ropas… El varón ganapan, desafiante, protector y conquistador de mujeres también es un ideal que limita y marca fuertemente los modos de devenir ?masculino? en un cuerpo sexuado.

La tercera imagen representa una de las modificaciones corporales más profundas que la ciencia y la tecnología permiten en la actualidad: se trata de una travesti. Hasta tal punto desafía nuestras categorías que, desde una mirada compleja, ya no nos sirven las categorías de ?varón? o ?mujer?, ya que la identidad, como construcción variable, se compone de esa interacción entre lo dado y lo modificado por la cultura y por la intencionalidad de un sujeto que piensa y desea.

Aportes de la teoría de género y debates recientes en el campo

A fines de la década del 60 y en el marco de las luchas por los derechos civiles y por la paz, comienza a configurarse el ?movimiento social de mujeres?, una segunda ola del feminismo (la primera había tenido lugar en las primeras décadas del siglo XX con la lucha por el derecho al voto). En este periodo, después de la Segunda Guerra Mundial y frente a un discurso conservador que intentaba que las mujeres ?volviesen? a los hogares después de ocuparse del sostén de las sociedades en guerra, el movimiento social denuncia con fuerza la desigualdad que, en todos los sectores sociales, venían sufriendo históricamente en el campo laboral, político, educativo y en la esfera doméstica, y la naturalización de la diferenciación entre el ?mundo? femenino como lo maternal y doméstico mientras lo masculino como el ?poder o dominio? en todos los campos. El movimiento estuvo orientado por diferentes tradiciones políticas (liberalismo, socialismo, etc.) pero coincidió en la necesidad de subrayar el carácter ?social? de la condición ?femenina?. Y el concepto de ?género? fue de gran utilidad en ese objetivo simultáneo de descripción y de crítica: las investigaciones mostraban lo arbitrario (por tratarse de cuestiones históricas y culturales) de la subordinación femenina en el mundo capitalista occidental.

El concepto de género es relacional: nombra a ?lo femenino? y a ?lo masculino? en un marco de relaciones de poder; sin embargo, en una primera época abundaron los Estudios de la mujer. Más recientemente, a partir de los Estudios de la Masculinidad, se profundizó también la investigación sobre los modos en que las definiciones patriarcales de ?lo masculino? generan también en los varones situaciones de desigualdad y de dolor.

Si bien muchos de los aspectos denunciados por la segunda ola del feminismo fueron superados, tanto por cambios culturales como por modificaciones en leyes y políticas, aun en la actualidad persisten algunas significaciones tradicionales de género que conforman un núcleo duro de difícil transformación. Nos referiremos a esta cuestión en el próximo apartado.

También es importante subrayar los aportes de los estudios de gays y lesbianas a los debates en torno a la construcción social de las diferencias de género. Centrados en la lucha por sus derechos, gays y lesbianas señalan con fuerza que la masculinidad hegemónica y la femineidad relacionada con esa masculinidad son ?heteronormativas?: es decir, están orientadas por una imposición de la ?heterosexualidad? como ?normalidad? mientras que otras orientaciones sexuales son pensadas como ?desviaciones?.

Estos debates, fuertemente inspirados por los trabajos de Michel Foucault, tienden a colocar la cuestión de la construcción del cuerpo y su materialidad en el centro de los desarrollos teóricos. El poder no consiste meramente en cuestiones ?ideológicas? o ?simbólicas? (en el sentido mental) sino que también opera en los modos en que se viven y usan los cuerpos: algunas formas son ?correctas? (normales, naturales) mientras que otras son indeseables, abyectas. Judith Butler (1990, 2002) trabajó extensamente esta cuestión, elaborando un salto teórico que denominó ?teoría queer?: retomando la autodesignación como ?queer?, es decir ?raritos?, que los gays adoptaron para desafiar al discurso discriminatorio hegemónico, Butler produjo un interesante aporte a los temas que nos ocupan. Butler sostiene que todos y todas somos en realidad algo ?raros/as? (nadie es el estereotipo puro) y la identidad es inestable y requiere de una ?actuación?, de un refuerzo constante, para perdurar en la subjetividad de una persona. O, para decirlo de otro modo, que constantemente necesitamos mostrar en nuestros cuerpos y acciones que ?somos? quienes suponemos y los/ as otros/as suponen, que somos…

Este bagaje conceptual resulta muy potente para analizar la cuestión planteada desde el inicio: el modo en que el ?cuerpo? sexuado es conformado en un marco de relaciones de poder. Es posible entonces pensar desde esta perspectiva cómo los mandatos sobre la belleza o la moda moldean nuestros cuerpos, pero también sabemos que otras cuestiones menos evidentes como ?lo saludable? (¿gorditos/ as o flaquitos/as?), ?lo hormonal? (¿las hormonas o los mandatos sociales generan las respuesta sexual?) e inclusive cuestiones éticas como la gestación en úteros alquilados… La interacción entre ?lo dado? y ?el medio? se produce en un contexto que habilita o controla algunas posibilidades por sobre otras.

Cuerpos y sexualidades en la educación

Muchos de los trabajos de investigación orientados por estos desarrollos se enfocaron en los modos en que las escuelas contribuyen a la perpetuación o a la transformación de las relaciones de poder que enmarcan la construcción de los cuerpos sexuados. Los temas más indagados fueron la cuestión del currículum explícito (o sea los contenidos establecidos en los documentos oficiales o en las ?pruebas standarizadas?), los mensajes presentes en los textos escolares, las expectativas de rendimiento y de comportamiento e interacción en la vida cotidiana de la escuela (el currículum oculto) y la trama simbólica que configura al trabajo docente.

Así como los constructos de ?currículum prescripto? o ?curriculum oculto? resultan potentes para la investigación, la noción de ?currículum evadido?, omitido o ?nulo? (AAUW, 1992) permite completar el análisis. Aún con sus diferentes significados, estos conceptos aluden a una cuestión común: aquello que no se nombra, o se nombra desde el silencio, la ausencia que, una vez desvelada, aparece como omnipresente. La sexualidad es uno de esos contenidos históricamente ?omitidos?… al menos en un sentido integral. Sin embargo, los cuerpos sexuados de niñas y niños, de los y las jóvenes y de los y las docentes están allí, actuando e interactuando…(Lopes Louro, 1999; Epstein y Johnson, 2000) Cuando la temática se hace presente, es generalmente en el área de Ciencias Naturales o, en el secundario, en Biología o Educación para la Salud. Ahora bien sabemos que el abordaje en esas áreas generalmente se ha limitado a la anatomía y la fisiología de la genitalidad, y al estudio de los riesgos de contraer ITS o de embarazos no planeados: una visión de la sexualidad reducida y, por lo general, desubjetivada. En ocasiones, aparecen enfoques judicializantes referidos al abuso o la violación, que también parcializan la cuestión y tienden también a reforzar la relación simbólica entre ?sexualidad? y ?peligro? que los enfoques biomédicos anticipan… (Morgade, 2006). Es posible profundizar aún más el análisis: generalmente se trata de ?una clase?, parcializante y puntual; si no es a cargo de un profesor o profesora de Biología, se convoca a un/ a especialista ?de afuera? de la escuela (médico/a, psicólogo/a, abogado/a u otros) y con fuerte direccionamiento a las mujeres (en particular las adolescentes) con una importante carga de supuestos heterosexuales. Siguen silenciadas la dimensión cultural que atraviesa la ?materialidad? de la dotación biológica, la afectividad y las emociones que se vinculan con el uso, disfrute y respeto del propio cuerpo y del cuerpo de otros u otras, las sexualidades no hegemónicas, el ?sujeto? de los derechos sexuales, la historicidad de las formas de organización vincular y otros temas que suelen interesar a chicos y chicas puestos a preguntar/se respecto de la sexualidad en un sentido integral que la perspectiva de género habilita (Morgade y Alonso, 2008).

Para cerrar: la necesidad de un abordaje integral de la
sexualidad en la educación

Parecería evidente que son varias las áreas curriculares que deberían hacerse cargo de la tematización de la sexualidad en la escuela. Es conocida la estrategia de ?transversalización? de algunos contenidos; y también es conocido que en ocasiones lo ?transversal? es sinónimo de que ?no hay responsable? de su enseñanza. Por ello también es necesario que, al menos en el nivel medio, existan espacios específicos con contenidos propios y abordajes multidisciplinarios que tomen a la sexualidad en sus diferentes dimensiones. Una formación específica y materiales de apoyo deberían acompañar a los/as docentes a cargo de estos espacios, intentando desterrar el prejuicio de que ?no saben nada? los/as profesores y profesoras de ninguna de las áreas del curriculum. También contar con la posibilidad de organizar actividades intersectoriales dentro y fuera de la escuela es un buen reaseguro del proyecto que, sin duda, es propio de la escuela y no una ?aplicación? de un hospital o centro de salud. Si la escuela educa en sexualidad por omisión o explícitamente tendiendo a reforzar los sentidos hegemónicos de la construcción social del cuerpo sexuado, en los proyectos políticos educativos en sexualidad con enfoque de género, LAS CIENCIAS NATURALES no pueden solas ni deben quedarse solas.
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NOTAS:

1 Una versión anterior de este trabajo fue publicada en Meinardi, Elsa y Revel Chion, Andrea (2008) Género y educación sexual en las escuelas. CD ROM, Buenos Aires.

Bibliografía:

– AAUW (1992) Cómo las escuelas estafan a las niñas. MA: Wellesley College Center for Research on Women.

– Butler, Judith (1990) Gender Trouble: Feminism and the subversion of identity. London: Routledge;

– Butler, Judith (2002) Cuerpos que importan. Madrid: Ed. Paidós.

– Epstein D. y Johnson R. (2000) Sexualidades e institución escolar. Madrid: Ediciones Morata S.L.

– Foucault, Michel (1990) Microfísica del poder. Madrid: Ed. La Piqueta.

– Lopes Louro, Guacira (compiladora, 1999) O Corpo educado. Pedagogias da sexualidade. Belo Horizonte, Ed. Autentica.

– Morgade, Graciela (2006) ?Sexualidad y prevención: discursos sexistas y heteronormativos en la escuela media?. Revista del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

– Morgade, Graciela y Alonso, Graciela (2008) Cuerpos y sexualidades en la educación. De la ?normalidad? a la disidencia. Buenos Aires: Ed. Paidós.
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*Las mujeres y el Bicentenario / coordinado por María Silvia Varg. 1a ed. – Salta : Mundo Gráfico Salta Editorial, 2010.

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