Nació en Chusquisaca, Alto Perú (Bolivia) el 12 de Julio de 1780.Heroína de la independencia.
Se educó en un convento. Sin embargo la vida rigida de las religiosas, no era para ella. A los ochos meses la expulsaron del lugar. Conoce y se casa con el general Maule Ascencio Padilla. U historia de vida traza un paralelo con la lucha y la guerra de guerrillas del Alto Perú, bastión de la resitencia al ejercito español, que impidió el avance de las fuerzas realistas por el norte del antiguo virreinato del Río de la Plata.
Ella y su marido, lucharon contra las sanguinarias tropas realistas. Luchó con gran coraje en la guerra de la independencia de su país.
El 25 de mayo de 1809, justo un año antes del alzamiento de Buenos Aires, se sublevó el pueblo de Chuquisaca. Se destituye al virrey y se nombra gobernador a Juan Antonio Álvarez de Arenales. Es aquí donde aparece la figura guerrera de Juana. Deja sus cuatro hijos y acompaña a su esposo, ambos comprometidos en la causa antiespañola, al campo de batalla. Juana fue popular por su coraje desde entonces hasta la muerte de su marido en 1816, en la batalla de Viloma.
Su acción más famosa se produjo cuando su marido le encomendó la defensa de la hacienda de Villar, mientras él dirigía un ejército hacia la región del Chaco. Los realistas atacaron Villar para cortar la retirada la general Padilla, y Juana lo defendió con sólo treinta fusileros. En uno de los asaltos mató ella misma al jefe de la fuerza enemiga y le arrebató una bandera que luego presentó a su esposo. Cuando San Martín se hace cargo del Ejercito del Norte cambia la estrategia que Belgrano venía llevando a cabo. Decide abandonar esa ruta y elige una más segura e innovadora: llegar a Lima por el Pacífico, luego de cruzar los Andes hacia Chile. Este cambio de estrategia, deja a Juana y a su tropa sin sustento económico y fundamentalmente abandonados a su propio destino.
Tras la muerte del caudillo, sin mas combates, quedó carente de recursos para volver a su patria.
Su vida transcurrió en Salta reclamando inútilmente a Bolivia sus bienes confiscados. Recién en 1825, el gobierno salteño le otorgó dinero para su regreso.
Cuando Manuel Isidoro Belzu asume la presidencia le otorga una pensión, pero solo le fue pagada durante algunos años.
Ya anciana, vende la hacienda que le quedaba en Cullcu y sumado a su pobreza se encuentra sola, debido a que su yerno es trasladado a trabajar fuera de la ciudad, para donde también parten su hija y nieta.
Fallece el 25 de mayo de 1862, cuando estaba próxima a cumplir 82 años. Su cortejo fúnebre estuvo integrado por unos pocos indios que llevaron el ataúd, el cura y el joven Indalecio Sandi, bisnieto de su hermana Rosalía, con quien compartió sus ultimo días.
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