Carta abierta de Maximiliano Montenegro, periodista de DIARIO POPULAR, al próximo presidente.
1) Hay una mujer que está viva, y seguirá viviendo en estos cuatro años que vos serás presidente. Se llama Karina Abregú. El exmarido la prendió fuego, y ella se salvó porque había una pileta cerca para apagar las llamas. Sufrió paros cardíacos y soportó decenas de operaciones. Una vez llamó a un organismo del Estado para solicitar ayuda con unas vendas especiales, y ni siquiera anotaron su número de teléfono. Anda con una cajita, dando charlas, pidiendo ayuda. Algunos pesos para comer. No me gusta que eso ocurra en mi país. Arreglalo.
2) Hay un chiquita de tres años, Brisa se llama. Es hija de Diana Barrionuevo, una mujer joven que mataron a golpes, metieron en una bolsa y tiraron en un río. El asesino fue su marido, padre de Brisa y sus dos hermanitos, Elías y Tobías. Se le ocurrió, al tipo, que con sólo ir a la comisaría y decir que Daiana se había fugado con un amante, le alcanzaría para lograr impunidad. Tenía razón. Durante dos semanas nadie buscó a la mujer. En ese tiempo, para la policía y la justicia, era una putita más. Pero bueno, alguien se cruzó con la bolsa y el femicida fue preso. La cuestión es que Brisa y sus hermanos no reciben ayuda de nadie. Nada. Ni alimentos, ni ropa, ni útiles, ni siquiera un abrazo. No me gusta que eso ocurra en mi país. Arreglalo.
3) Hay una médica, Andrea Vázquez se llama, que desde hace tres años lucha por los derechos de sus hijos. La justicia decidió en 2012 que era buena idea otorgarle la tenencia al padre y para ejecutarla ordenó un allanamiento en la casa, con policías armados y todo. El domingo pasado, la mujer preparó fideos caseros porque un juzgado había permitido que comparta con sus hijitos el almuerzo del Día de la Madre. Pero la medida no se cumplió. Y a nadie le importa. No me gusta que eso ocurra en mi país. Arreglalo.
4) Hay mujeres que son maltratadas y desean salir de ese infierno. Pero no pueden. Todas tienen nombre y apellido. Son miles. Tienen miedo, terror. De morir, de no poder alimentar a sus hijos, de tanto que las mantiene paralizadas. Y estaría muy bien que esa muralla que las rodea la saltemos desde el Estado, con todos los recursos necesarios y toda la voluntad, para estar con ellas, acompañarlas, ayudarlas, contenerlas y empoderarlas. Está muriendo una cada 31 horas. Corrijo: las están matando. Todas y cada una emitieron alertas, seguro, algunas más, otras menos, que no fueron escuchadas. El machismo asesino hace lo que quiere en Argentina. No me gusta que eso ocurra en mi país. Arreglalo.