Al cumplirse un año del ahorcamiento de Reihané Yabarí, una joven iraní condenada por el asesinato de su presunto violador, su familia sigue desesperada por la actuación de la Justicia de la República Islámica, que llevó a su hija a la horca sin haber solventado los puntos oscuros y dudas del caso.
En una entrevista con Efe, la madre de Reihané, Shole Pakravan, reclamó respuestas sobre lo sucedido en el confuso incidente que llevó a su hija al patíbulo ante la falta de interés, cuando no directamente el boicot, de las autoridades judiciales para dar una solución a un expediente que aún genera dudas tanto a los Yabarí como a los familiares del hombre al que la joven apuñaló.
El caso se remonta a 2006, cuando Reihané, entonces de 19 años, fue contratada por el médico y, según la familia de la joven, ex agente de los servicios de seguridad iraníes Morteza Abdolali Sarbandí, para que decorara su oficina.
Allí, según el relato que contaron durante el juicio, Sarbandí intentó violarla y la mujer se defendió hiriendo al agresor con un cuchillo que tenía en el bolso.
La joven, siempre según su versión, llamó a una ambulancia y huyó a su casa, donde no contó nada de los sucedido y en donde fue arrestada esa misma noche acusada de asesinato.
Reihané siempre sostuvo que ella nunca mató a su agresor y que hubo otras personas implicadas en la muerte del médico, cuya autopsia nunca fue dada a conocer, y que parte de la acusación en su contra se basó en una confesión obtenida bajo tortura.
«Este expediente tanto para nosotros como para la familia de Sarbandí, no quedó claro. A mi hija la ahorcaron por defensa legitima, y estoy orgullosa de ella que no se diera por vencida ante su atacante», afirmó Pakravan.
«Reihané, una chica de 19 años alegre y contenta, no tenía ni aspiración política ni tenía una ideología especial, esta niña inocente quedó en una circunstancia ante un hombre que tenía tres hijos, mayores que ella, que tenía mujer, que pretendía tener fe y religiosidad y que había colaborado con la seguridad del Estado», apuntó.
Entre llantos, Pakravan se lamentó del destino de un país «donde sus agentes de seguridad sean tan libertinos, y tengan una mirada tan sucia».
Según Pakravan, la familia de Sarbandí, que fue contactada por Efe pero que no quiso hacer comentarios sobre el asunto, fue consciente todo el tiempo de que la joven no pudo haberlo apuñalado, si bien «fueron presionados por algo que ni Reihané» ni ellos saben para que nunca se aclarara quien fue «la tercera persona» que mató al médico.
«A ella la ejecutaron aun sin haber aclarado las dudas del expediente», añadió, antes de señalar que su muerte fue un 25 de octubre mientras que el 16 de noviembre tenía previsto otro juicio en el que se iba a revisar todo el expediente.
Además, también afirmó que nunca perdonará a los que torturaron a su hija, a los que cambiaron su testimonio y a los que «sabiendo que Reihané no había matado a su padre, tiraron de la palanca», una referencia al hijo de Sarbandí que no quiso perdonar a la joven en el último momento, una prebenda que ley iraní otorga a los familiares de cualquier persona asesinada.
La ira de la madre también se extendió a los funcionarios que no la permitieron despedirse de su hija en el cementerio y prepararla para su funeral, algo que le hubiera gustado hacer «como una madre que ayuda a su hija a prepararse para su boda».
La condena y muerte de Reihané causó una amplia condena internacional por la aparente negación del derecho a la defensa propia y a un juicio justo en la República Islámica para las mujeres, un país donde solo los hombres pueden ser jueces.
Organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, pidieron cancelar la sentencia y repetir el juicio, lo que también reclamó la Unión Europea y la ONU.
Más de 240.000 personas firmaron una carta en internet impulsada por la plataforma Avaaz para que suspendiera la ejecución y en Facebook hay páginas para apoyar su causa, como «Yo soy Reihané Yabarí» o «Salvemos a Reihané Yabarí de la ejecución en Irán».
Imagen : weblogs.upyd.es