«El control del orden sexual es también el control del orden social»

De esa forma se expresó en dr. Juan Marcos Vaggione*, al señalar que este es el punto sobresaliente de la relación que siempre existió entre política y religión, especialmente cuando se trata de sexualidad.

Vaggione refirió, que cuando el debate se centra en derechos sexuales y reproductivos, además «de la codificación de lo legal y de lo jurídico y de lo que es la discusión en el derecho como sociedades democráticas, junto a la ética desde la que vamos a abordar la sexualidad y la reproducción en las sociedades contemporáneas», ingresan otras cuestiones que tienen una marcada trascendencia, como es el caso de la religión.

«Cambiar leyes es muy importante pero los derechos sexuales y reproductivos no se agotan en la codificación sino también son lugares de empoderamiento de l@s sujet@s», consideró, señalando que es a causa de este empoderamiento adonde entran a jugar diversos actores, y en el que sin duda intervienen las instituciones religiosas, agregando que «lo religioso y lo político que atraviesa nuestras sociedades se intensifica cuando se pone la sexualidad en debate».

En este sentido, Vaggione resaltó que básicamente, y no hace mucho tiempo atrás, «la hegemonía y el monopolio del orden sexual», versaba fundamentalmente, «sobre como el Estado debía considerar la familia legítima, y no sobre las prácticas concretas que llevan años de ser diversas y plurales, porque la gente ama a quien quiere, se acuesta con quiere e interrumpe embarazos».

En este sentido, el investigador del CONICET manifestó que las religiones son vistas como un obstáculo para el avance de los derechos sexuales y reproductivos y que lo que los movimientos feministas «ponen en jaque es la legitimidad de que sea la Iglesia Católica la única que se arrogue la posibilidad de sentar el contenido de de ese tipo de prácticas».

Vaggione afirmó asimismo, que la familia «era lo que la Iglesia Católica definía como tal», igual que ocurrió en la dictadura militar.

Sobre esto, mencionó que siempre se intentó «imponer el paradigma de la moral cristiana como estrategia para pensar una familia nacional», limitándolo al contenido «del cristianismo o del catolicismo».

Señaló también, que la «doble moral generada en la cultura católica es lo que ha hecho tan dificil el cambio porque mientras en privado, las prácticas anticonceptivas, e incluso los abortos se realizan, se oponen al cambio legal en la esfera´pública».

De igual manera, afirmó, «que esa forma de pensar tan monopólica se fisuró y con ello el control de los cuerpos, por eso hoy en día se puede pensar a nuestra sociedad como plural».

Acerca de esto último, dijo: «Hay un cambio cultural que es muy importante y que se manifiesta en las encuestas, ya que hoy ser católico no es sólo la alternativa de la represión o del doble discurso, sino que hay otra forma de armonizar con los derechos sexuales y reproductivos».

«Ser católica y feminista hoy no es una contradicción sino una integración de identidades, como nueva clave de lectura de una religión más amplia, más moderna que rescata el mensaje del amor y la solidaridad», concluyó.

* Investigador CONICET y coordinador del área de investigación de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, Córdoba.

FOTO: catolicas.com.ar