Cuerpos de mujer

Otra información sobre la muerte de una mujer incendiada vuelve a ser noticia en periódicos y noticieros del país. El tratamiento periodístico que se le da estos casos siguen abonando una teoría sin sentido y cómplice de los delitos de género: la de los dramas pasionales.

Las noticias que circulan en la mayoría de los medios construyen imágenes que abonan los imaginarios machistas y paternalistas de la sociedad. El cuerpo de la mujer parece ser propiedad del hombre, llegando al extremo de hacer realidad aquel título de una polémica película francesa de Patrice Laconte, ?La maté porque era mía?.

Uno puede leer en cada una de las noticias circulantes sobre estos casos desde una descripción minuciosa del procedimiento para prender fuego al cuerpo de una mujer (casi un manual de instrucciones propio de la inquisición) hasta diversos tipos de atenuantes que llegan hasta el insostenible ?crimen pasional?. Las estrategias de construir los textos mediáticos ponen en funcionamiento una serie de imágenes que sólo refrendan los estereotipos más cristalizados en la sociedad.

La naturalización de esta práctica hace que se invisibilicen este y otros procedimientos a través de los cuales las formas de violencia de género se transformen en anécdotas, chimentos, relatos supuestamente divertidos. Las noticias sobre las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas rociándolas con líquidos inflamables y prendiéndoles fuego no pasó de ser más que una noticia en medio de otras en la sección policial. El asesinato sistemático de mujeres sigue teniendo en las páginas de los periódicos y en las pantallas un tratamiento que niega las estructuras elementales y explicativas de estas lamentables situaciones.

En muy pocas ocasiones se encuentra el tratamiento de estos casos en las secciones destinadas al análisis de los procesos sociales. Nada se dice de las formas estructurantes de la violencia y de las formas de violencia simbólica y material que se visualizan en los casos mencionados. Los tratamientos mediático operan con la lógica de la excepcionalidad y se construyen representaciones de lo anormal como la causa y fundamento de los ataques que culminan con la vida de las mujeres. ¿Hasta cuándo esperaremos para hablar del femicidio en nuestra sociedad?

La violencia de género es constitutiva en nuestras sociedades. Basta mirar las publicidades televisivas tanto de juguetes como aquellas que promocionan artículos de limpieza varios. En los noticieros, las voces autorizadas para hablar de política, de economía, de conflictos sociales, entre otros temas considerados centrales siguen excluyendo a las investigadoras, trabajadoras, activistas sociales que vienen intentando aportar soluciones desde hace muchos años en estas problemáticas. Esta cristalización de imágenes femeninas junto con las estrategias para reproducir los discursos circulantes sobre las mismas se transforman en la moneda cotidiana de las formas de mostrar a las mujeres.

Construir imágenes es la tarea que tienen los medios de comunicación, se trata de representar ante el conjunto de la sociedad cómo somos cada uno de los que vivimos en este tiempo y en esta cultura. No es poca la responsabilidad entonces cuando en los medios se toman como divertidas las palabras de un político que dice que el lugar de la mujer es la cocina. Cada representación de una persona o de un grupo se constituye también en una invitación a mirar el mundo de esa manera, es un manual de instrucciones sobre cómo debemos tratar a alguien, cómo reaccionar, qué lugar le damos y cuál será el peso de sus palabras cuando opine de algún tema. Estas representaciones no son sólo palabras, las mismas impactan en el cuerpo y en la vida de los representados.

El 8 de marzo, como todos los años, la mayoría de los medios de comunicación realizaron sus homenajes a las mujeres. Las páginas y los minutos de aire se llenaron con una serie de frases hechas y de buenas intenciones. Pero la práctica cotidiana es la que marca cuáles son las ideas dominantes y las valoraciones que se hacen de los miembros de la sociedad.

Modificar las prácticas comunicacionales es un buen camino para la construcción de sociedades más inclusivas. Desde hace años la red PAR (Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista) viene trabajando en pos de la revisión de estos modos de construir imágenes. Es más, ésta asociación en su página (www.redpar.com.ar ) tiene un decálogo para el tratamiento periodístico de la violencia contra las mujeres y sería muy bueno que se incorporen estas recomendaciones a la práctica cotidiana del periodismo.

Estamos en un momento de la sociedad en que la base de derechos humanos y sociales se ha ampliado como hace mucho tiempo no ocurría. La tarea es continuar en este camino. Las diferentes formas de la violencia deben erradicarse con prácticas inclusivas también en el campo de lo discursivo y de lo comunicacional. Sin una crítica sostenida y sistemática a los mecanismos de reproducción de los valores más conservadores de la sociedad, seguiremos transitando por la senda del más profundo oscurantismo muchas veces disfrazado de comentarios pseudo-luminosos y oportunistas referidos a éstas efemérides.

FOTO: montecaseroshoy.com