Cuba: teatro desde las mujeres

La Habana, mayo 2012.- Cuestionar desde las tablas los prejuicios que sustentan la subordinación femenina ha sido uno de los propósitos de Fátima Patterson, dramaturga y directora del grupo Macubá, radicado en Santiago de Cuba, a más de 900 kilómetros de la Habana.

Iniciación en Blanco y negro para mujeres sin color, su más reciente puesta en escena, actualmente en cartelera en la capital cubana, a propósito del festival Mayo Teatral, evidencia la mezcla de discriminaciones, violencias y rebeldías sobre las cuales se ha fundado la historia de las mujeres en el contexto del Caribe.

Desde los extremos del escenario, una mujer negra y otra blanca despliegan reflexiones e interrogantes que ponen al descubierto conceptos sociales sexistas transmitidos a través de la cultura en realidades históricas específicas.

A la par, un grupo de campesinas cafetaleras buscan un camino que las sobreponga al destino aciago que se traslada en el tiempo, mientras la música de la religiosidad caribeña completa las propuestas simbólicas de la representación en escena.

La obra, estrenada en julio de 2011 durante el Festival del Caribe, tuvo una presentación especial en el café teatro Macubá, sede del grupo, como colofón al curso «Género y desarrollo humano local para actores sociales de Santiago de Cuba y Guantánamo».

Estuvo en escena del 17 al 21 de abril como parte de un programa de cooperación interuniversitaria entre las universidades de Oriente, La Habana y Sevilla, con la colaboración de la Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo (AECID) y la Consejería Cultural de la Embajada de España en Cuba.

Según la creadora, la intención de la puesta fue mostrar la dualidad que habita en cada mujer, debatida entre las exigencias tradicionales a su género y la necesidad de sobreponerse para alcanzar la libertad individual.

«¿No hay conceptos y definiciones que pueden estar distorsionados? ¿En qué momento supimos cuál es el camino, qué queremos ser? ¿Era recto, no hubo obstáculos?», se cuestionó.

Desde los inicios del trabajo con Macubá -palabra que significa Madre Cuba-, hace ya 20 años, apareció en Patterson la intención de reflejar los dilemas que emergen de su identidad como mujer negra, de ascendencia humilde y nacida en Los Hoyos, uno de los barrios más populares de Santiago de Cuba. No obstante, ello requirió un proceso de toma de conciencia que le llevó a rastrear las memorias de su propia historia familiar y de vida.

«Mi carrera se definió cuando me empecé a dar cuenta de quién soy y desde ahí es que hablo», advirtió la creadora, para quien salvar el legado de sus predecesoras resulta determinante.

«Mi madre me contó que su abuela le cortó la cabeza al mayoral porque la había violado y la golpeaba. Un día él vino con el látigo, pero ella no se dejó y levantó el machete. ¿Esa mujer es honrada? ¿Quién honraría a esa mujer? La honro yo, porque esa es mi memoria. No quiero permitir que se olviden ciertos sucesos del pasado», declaró.

En su opinión, las cubanas alcanzaron un grupo considerable de reivindicaciones, pero también se mantienen otros espacios de discriminación.

«Nos sigue faltando la discusión abierta de nuestros problemas y es necesario llegar a las raíces para que visibilicemos la manera en que somos violentadas, no solo físicamente, sino también de manera sicológica», reveló la creadora santiaguera, de hablar enérgico y sonrisa capaz de apartar cualquier opacidad.

Desde su trabajo en comunidades, en las calles y parques, Macubá multiplica este mensaje. «Mi contribución a la equidad está en escribir la obra y luego tratar de que muchas mujeres vengan a verla y se hagan mis mismas preguntas. El teatro tiene una incidencia social muy fuerte y, aunque no tengamos las soluciones, al menos planteamos la contradicción», confesó.

Para los próximos meses, Patterson prepara el estreno de Ropa de plancha, inspirada en la vida de su madre, una lavandera y planchadora nacida en 1909, que quedó huérfana a los tres años y debió abrirse paso con esfuerzos propios.

«Era una persona que insistía en no ser tragada por la marginalidad y, aunque no pudo estudiar, sabía mucho porque era una lectora infatigable. Se resistía a perecer, pese a las dificultades. Esa es la idea que me interesa trasmitir en mi creación», adelantó.