La australiana de origen libanés Aheda Zanetti, aseguró que diseñó la polémica prenda como una forma de integrar a las mujeres musulmanas. «Quería que nadie se viese privado de actividades deportivas debido a las restricciones impuestas por el pudor», explicó.
El «burkini» suscita polémica en Francia, pero en su país de origen, Australia, es un medio de integración que permite a las musulmanas más rigoristas disfrutar de la playa, según la diseñadora de este traje de baño, Aheda Zanetti.
Parte de los políticos franceses arremete contra la prenda que cubre el cuerpo desde la cabeza hasta los tobillos. El Primer Ministro socialista Manuel Valls ha brindado su apoyo a los alcaldes (en su mayoría de derecha) que han prohibido la prenda en las playas.
Aheda Zanetti, una australiana de origen libanés de 48 años, la diseñó hace más de diez años en Sydney, para permitir a algunas musulmanas ir a la playa sin quebrantar sus creencias religiosas. «La playa, el surf, el sol y el deporte forman parte de la cultura australiana y tenía la sensación de haber estado privada de todas estas actividades durante mi juventud», declara esta mujer, tocada con velo.
La idea del «burkini» se le ocurrió viendo cómo su sobrina jugaba al netball. «Quería que nadie se viese privado de actividades deportivas debido a las restricciones impuestas por el pudor». Zanetti abrió su primera tienda en Sydney en 2005. Desde entonces, esta madre de tres hijos ha vendido más de 700.000 «burkinis» y exporta a países como Suiza, Reino Unido, Bahréin o Sudáfrica.
El «burkini» saltó a la palestra después de los disturbios en Cronulla, en Sydney, entre jóvenes originarios de Medio Oriente y australianos blancos determinados a «tomar de nuevo posesión» de la costa. ‘No oculta una bomba’ Los enfrentamientos causaron una conmoción en Australia y llevaron a la asociación de socorristas Surf Life Saving Australia (SLSA) a diversificar el personal, contratando a musulmanes.
Zanetti recibió entonces un pedido de «burkinis» amarillos y rojos, los colores emblemáticos de la SLSA. El «burkini» ha permitido a Siham Karra-Hassan nadar de nuevo en una piscina, después de haber sido expulsada de una porque no tenía derecho a vestir prendas de algodón dentro del agua.
«Las cosas cambiaron muy rápido con el ‘burkini'», explica esta madre de seis hijos. Su hija de 25 años es monitora de natación y viste «burkini». «Soy una persona muy activa. Por eso cuanto más ejercicio pueda hacer, cuanto más pueda bañarme, más pueda ponerme ‘burkini’, más contenta estoy», afirma.
Al principio, los otros bañistas le echaban una mirada fulminante pero luego todo se fue normalizando, afirma. Algunas mujeres (incluidas algunas no musulmanas) le hacen preguntas sobre el «burkini» y se plantean comprarse uno para protegerse del sol australiano. Fatma Taha, profesora de gimnasia, da clases de aeróbica en agua a mujeres en el oeste de Sydney. Según ella, el «burkini» ha facilitado la participación de algunas musulmanas.
Zanetti, que ha registrado como marca «burkini» y «burqini» (contracción de la palabra burka y bikini), lamenta la connotación negativa de sus productos en Francia.
El burka es el velo integral que oculta el cuerpo y la cabeza, dejando una pequeña abertura a la altura de los ojos, donde lleva una rejilla. Los políticos franceses «usan la palabra ‘burkini’ como si fuera un concepto islámico negativo cuando en realidad es sólo una palabra», declara. «Es una palabra que he creado para designar un producto que fabrico. No escondemos una bomba debajo. No sirve para entrenar a terroristas», añade. «Una prenda sirve para satisfacer un tipo de necesidad específica -prosigue-. Un ‘burkini’ es un tipo de prenda para una actividad específica. Y por debajo nos ponemos siempre un bikini».
Imagen : E-mol