Amelia Beato nació en Villa de Mayo. Se casó con Cacho y tuvo dos hijos varones. Cuando le plantearon que querían irse del país para hacer su camino, sufrió. Pero, pese a ello, puso todo a su disposición para que pudieran cumplir sus objetivos. Decía que los hijos no son de los padres?son de la vida. En los últimos tiempos fue la orgullosa abuela de Mateo, paseando feliz, como siempre, con una remera con la foto de su nieto.
Tenía 56 años y 30 en la docencia. Maestra histórica de General Sarmiento, hoy Malvinas argentinas. Era la que visitaba a los alumnos en la casa cuando se enfermaban, la que organizó una sentada con los chicos de primer grado para impedir la fusión de cursos, y la que junto a Rita logró construir un palco y aulas nuevas para la escuela haciendo la campaña de ?un ladrillo por alumno?.
Fue una luchadora toda su vida. Inició su actividad gremial durante la gran huelga de 1975, contra el gobierno de Isabel Perón. Participó en los primeros paros contra la dictadura y ya en 1983 fue delegada de su escuela.
Por denunciar hechos de corrupción la ?trasladaron? acusándola de ?hacer política?, pero la movilización de padres, alumnos y docentes a La Plata obligó a que tuvieran que reincorporarla. Recorría incansablemente las escuelas, llevando las últimas novedades gremiales y políticas, contagiando sus ganas de luchar, su inagotable entusiasmo, alegría y el beso infaltable para todos.
Durante la dictadura conoció al Partido socialista de los Trabajadores y, con la guerra de Malvinas comenzó a militar ofreciendo su casa para hacer las reuniones clandestinas. Como activista y dirigente natural, a partir de ese momento nunca abandonaría la militancia política, siendo una de las más destacadas dirigentes y constructora de la corriente.
Así la ganó a Rita, mientras era una joven maestra que vivía en José León Suárez y viajaba a diario a trabajar en las escuelas de Malvinas, donde enseñaba a sus alumnos la importancia de organizarse para lograr su objetivo. Pasan los años, pero el recuerdo sigue vivo: en los barrios más humildes, Rita era la que ayudaba a organizar rifas para juntar plata para el viaje de egresados.
Como delegada consultaba siempre a la base y llevaba el mandato de sus compañeros. Su bautismo en la pelea sindical fue con el maestrazo del ´88.Allí se conoció con Amelia y, a partir de ese momento serían inseparables.
Durante el 2001 Rita fue una dirigente indiscutida. Se resistía a ser coqueta y su recuerdo es del trabajo abnegado y la entrega a los compañeros, llena de bolsos y papeles, cada uno identificado, con su infaltable cacerola para golpearla en forma de protesta en cada banco, acto público o manifestación.
Con 40 años, los últimos tiempos la encontraron contenta por compartir la vida con un compañero, y si bien no tuvo hijos biológicos, derrochaba amor por su pequeño sobrino Nico y dejó toda una camada de compañeros y compañeras que siempre la reivindicarán como a una madre.
Su intachable trayectoria y su capacidad de dirigentes, respetadas y queridas más allá de las banderías políticas, las pusieron a la cabeza de la oposición en forma indiscutida. Y fue en el 2003, tras largos años de incansable lucha por los derechos de los docentes y contra la burocracia sindical, que lograron acaudillar la lista unitaria que puso por primera vez el SUTEBA General Sarmiento, una seccional con más de 7000 docentes, al servicio de los trabajadores de la educación y de todos los luchadores.
A once meses de asumir estalló el conflicto educativo en San Luis y Amelia no dudó en proponerse para apoyar la lucha. Allí se embarcaron, siempre inseparables. Su último viaje las encontró juntas, no podría haber sido de otra forma. De regreso, el 16 e mayo de 2004, un accidente fatal puso fin a sus vidas.
?Las chicas?, como las conocimos todos, nos dejaron su confianza en la clase obrera y su entrega total a la construcción de una herramienta política que acaudille la pelea, convencidas de que es posible cambiar el mundo, y de que para ello, hace falta que los trabajadores gobiernen organizados en su propio partido.
Dueñas de un cariño y un respeto indiscutido, más allá de banderías y fronteras, Amelia y Rita son un capítulo de nuestra historia. Entrañables dirigentes e inolvidables compañeras, dieron su vida en la pelea y su ejemplo está más vivo que nunca, presente en cada compañero, en cada escuela y en cada lucha.
Mujeres que revolucionaron el mundo, Latinoamericanas, publicación de Convergencia de Izquierda, CABA, 2010.
FOTO: mst.org.ar