Adolescencia: Existe un sobreestímulo erótico de los medios

El médico adolescentólogo Eduardo Panza, destaca la gran cantidad de imágenes con contenido sexual que se transmiten a través de los medios masivos de comunicación y cómo desde allí se genera una notable ?influencia? en la disminución de la edad de inicio sexual de los adolescentes.

Para el especialista, las primeras relaciones sexuales se dan de acuerdo a los grupos sociales, siendo la edad promedio entre los 14 y 15 años en los sectores más humildes y uno o dos años más en las clases media y alta. Del mismo modo, las edades de inicio varían conforme al género, que da cuenta de experiencias más tardías en la mujer.

El adolescentólogo, relata que en su experiencia a través de la labor en colegios y escuelas de Salta, centros de salud y su consultorio particular, ha observado que los adolescentes de sectores con más carencias materiales, se inician sexualmente ni bien se producen los cambios puberales y que en muchas ocasiones esto viene aparejado a situaciones de exposición a bebidas alcohólicas o el consumo de otras sustancias. También reflexiona, sobre la importancia del diálogo en torno a este asunto, ya que aquel adolescente que tiene oportunidad de hablar del tema, suele canalizar de esta manera y postergar así sus primeras experiencias.

Sin acceso a estadísticas sobre adolescencia y sexualidad

El médico refiere que la información estadística sobre este y otros temas desde los organismos oficiales es escasa, o bien porque se retacea la información o porque existe temor de que los datos sean utilizados para cuestiones partidarias o tal vez porque son pocos los estudios realizados en torno a esto.

Comenta asimismo, que más allá de la falta de datos que remitan un muestreo pormenorizado, la realidad grafica una escasa o mala información de estos grupos etáreos que suelen confundir por ejemplo, los períodos fértiles en la mujer o la baja efectividad del coito interrumpido en la prevención de embarazos.Destaca también que existe un uso limitado de métodos anticonceptivos, dadas diversas cuestiones, entre ellos, la omnipotencia del adolescente que se considera a salvo de enfermedades de transmisión sexual y de embarazos inoportunos, aunque refiere que en algunos grupos, especialmente aquellos que aún se encuentran en los últimos años de EGB, la preocupación por el SIDA es una de las consultas frecuentes. También precisa que dada esta etapa de inmadurez la importancia se centra en el impulso erótico más que en lo emocional y que las experiencias primeras no suelen relatarse o ponerse en conocimiento del adulto con facilidad.

De igual manera, comenta que pese a haber disminuido el inicio sexual del varón en burdeles, a los que generalmente se accedía a través de la figura paterna, esta práctica persiste en menor medida, considerando también que el SIDA ha constituido un punto clave para que esto se revierta.

La sexualidad de los hijos preocupa más a las mujeres

Si bien el médico alude a que es un tanto más habitual que las madres enfrenten el tema con las hijas mujeres y que los padres hagan lo propio con los varones, relata también que no es menor el número de consultas que genera la progenitora al médico para que sea éste quien oriente al varón cuando el esposo prefiere mantenerse al margen del tema.

Cuenta al mismo tiempo que es raro que una mamá pida anticonceptivos hormonales para sus hijas, aún cuando los ginecólogos los recomiendan y recetan a adolescentes, destacando que la preocupación de algún sector gira sobre el embarazo, ya que esto no puede ocultarse, pero no así sobre las enfermedades venéreas.

Panza relata también que es importante que estos temas se aborden con frecuencia en el hogar y que no se espere a la adolescencia para hacerlo, ya que la sexualidad esta presente desde la concepción, y se muestra en las cosas cotidianas de la vida, siendo fundamental que se enseñe desde los primeros años al niño que su cuerpo debe respetarse y que nadie debe tocarlos.

Escuela y educación sexual

El médico asume además que si bien como especialista se le permite hablar con los adolescentes sobre estos temas, existe mucho temor desde la docencia para abordar estas situaciones, considerando que la escuela no es más que un reflejo de lo que acontece en la comunidad.

Asimismo, relata que el adulto tiene la misma dificultad que el adolescente para abordar el tema fuera de su contexto habitual y que al igual que éste, se resiste a tratarlo en las aulas pese a estar habituado a tocarlo a través de bromas en los mismos pasillos de las instituciones educativas con sus colegas, de allí la necesidad surgida dentro de los mismos establecimientos para que sea un médico quien genere estos espacios de diálogo.

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