La áspera lucha por erradicar la trata en Santa Rosa

La histórica Ordenanza que prohíbe el funcionamiento de locales de diversión nocturna en la capital pampeana, cuya implementación cierra espacios a quienes operan redes de explotación sexual, es ya conocida a nivel nacional. No lo es tanto la crónica de los hechos que ?como no podía ser de otra manera- tuvieron un fuerte protagonismo de las mujeres.

No fue casual: la vergonzosa destitución en marzo de 2008 del entonces intendente Juan Carlos Tierno, acusado de golpear salvajemente a su ex pareja, y el posterior triunfo electoral del Frente Pampeano Cívico y Social con Francisco Torroba a la cabeza, no sólo habría de cambiar la política del municipio de Santa Rosa, capital de La Pampa, sino la vida de decenas ?cientos, quizás- de jovencitas.

En un proceso caracterizado por la fuerte presencia de mujeres, en poco menos de un año Torroba cumplió su promesa de ?no tolerar? la trata de personas, ?ni que niñas o niños estén en situación de prostitución?, al promulgar una histórica Ordenanza que prohíbe en todo el ejido municipal de Santa Rosa el funcionamiento de locales de diversión nocturna tipificados como cabarets y whiskerías, subrayando que los pueblos y ciudades de la provincia de La Pampa, ?ocultan escenarios propicios en los que operan redes de trata de personas para explotación sexual?,

La disposición es ya un modelo a seguir en todo el país. Al menos una docena de municipios y dos legislaturas provinciales estudian sus fundamentos: ?Se pusieron en juego cambios de paradigmas respecto de cómo considerar a las mujeres, lo que marcó un quiebre entre aquellos/as que sostenían el reglamentarismo como la forma de encubrir un delito como el de la trata, o bien inscribirnos en la decisión política de la corriente abolicionista respecto de la explotación sexual?, afirma la subdirectora de Políticas de Género de la comuna, Mónica Marcela Molina.

La Ordenanza expresa la ?más profunda convicción? del parlamento municipal de que el Estado ?no puede seguir avalando institucionalmente un modelo social que garantiza el uso colectivo de las mujeres más desfavorecidas y excluidas del sistema, ni las prácticas masculinas de acceso por precio a su cuerpo. La regulación y legalización de la prostitución ?enfatiza- no instaura un modelo normativo, sino un sistema de valores que contiene el mensaje de que es legítima la explotación por terceros del cuerpo de las mujeres?.

?Era necesario definir una política pública con un fuerte respaldo desde el Ejecutivo municipal, poniendo un límite a la violación de los derechos humanos? y que dejara de tener el municipio un rol de facilitador de la prostitución?, enfatiza Molina.

De la ?fuga de hogar? a la trata

La actual funcionaria tiene mucho que ver con la gestación de este proceso. Como periodista, en el año 2007, había solicitado ante el Concejo la modificación de la Ordenanza de Espectáculos Públicos, a raíz de una denuncia publicada por Urban@s en Red sobre la desaparición de dos niñas. Estas adolescentes habían pasado por distintos prostíbulos -inclusive en Córdoba- y el periplo terminó en Santa Fe, cuando estaban a punto de llevárselas en una de las rutas de la trata vía Paraguay, según pudo saberse en ese momento.

Sin embargo, esa causa se cerró como ?fuga del hogar?, siendo responsable de semejante fallo la Jueza de Menores, Cristina Baladrón, y su marido, el entonces ministro de Gobierno y Justicia, que decidieron no abordar el caso como trata de personas.

El 15 de setiembre de 2008, Mónica Molina asume como subdirectora a cargo del Centro de la Mujer, ahora Subdirección de Políticas de Género. A partir de ese momento, se empieza a trabajar en el diseño de un Plan de Acción para el área, uno de cuyos ejes era la trata de personas con fines de explotación sexual. A través del mismo, se propició la revisión de los requisitos para la habilitación y control de whiskerías, cabarets y night clubs, otorgamiento de libretas sanitarias y controles e inspecciones municipales en los locales pampeanos.

Del relevamiento de datos obtenidos por los entonces llamados ?registros de alternadoras? (confeccionados por la Dirección de Sanidad al otorgar o renovar las libretas sanitarias a las mujeres que trabajaban en locales nocturnos) la subdirección de Políticas de Género detectó la presencia de casos de trata de personas para explotación sexual en la ciudad, con un predominio de trata interna, aunque no faltaron casos internacionales, sobre todo de mujeres de nacionalidad paraguaya, dominicana y boliviana.

Las investigaciones concluyeron que Santa Rosa era lugar de destino y posterior pase de víctimas captadas en las provincias de Salta, Jujuy, Misiones, Entre Ríos, Santa Fe, Santiago del Estero, Formosa, Tucumán, Buenos Aires, Córdoba, San Luis, La Rioja, Mendoza, Neuquén y Río Negro.

Un método para el que faltaba voluntad

El método mediante el que fueron detectados estos casos no es para nada complicado, simplemente había que tener la voluntad política de ejecutarlo, esto es, confrontar y estudiar los datos que los ?registros de alternadoras? ponían en manifiesta evidencia: ?Siempre estuvieron ahí, sólo había que buscarlos?, dice Mónica Molina.

El estudio y seguimiento de los registros reveló que las víctimas de trata llegaban en la misma fecha, en grupos de 6 a 12, en su mayoría mujeres de 18 a 50 años de edad, realizando conjuntamente los trámites en la Dirección de Migraciones -en el caso de las extranjeras-, en la policía provincial y en la Municipalidad de Santa Rosa. El domicilio real que fijaban, en su mayoría coincidía con la dirección de las dos principales whiskerías de la ciudad (Privado Vip y El Rancho) como también el de los domicilios particulares de las/los propietarias/os de los citados locales.

La subdirección de Políticas de Género también detectó que en las fichas de la mayoría de estas personas no se asentaba el domicilio comercial, y en algunos casos coincidía con el domicilio particular. ?En gran número, estas mujeres estaban indocumentadas o con documento en trámite, observándose también que gran parte de quienes requerían las libretas sanitarias no solicitaban su renovación, que es trimestral, lo cual puso en evidencia su corta permanencia en la ciudad?, explica Molina.

El personal de la Subdirección, capacitado mediante un curso especial a fines de 2008, también descubrió que el ingreso de las mujeres provenientes del extranjero y del norte del país se realizaba en el mismo día, coincidiendo asimismo la fecha de la realización de los trámites ante las distintas reparticiones públicas.

Con estos datos en la mano y a sabiendas de que no iba a ser una pelea fácil por los intereses que se afectaban (la trata y el tráfico de personas en el mundo deja ganancias en torno a los 7 mil millones de dólares anuales) y por los prejuicios de género, las áreas municipales comprometidas y el Concejo Deliberante buscaron instalar el debate público sobre el tema de la explotación sexual y la revisión de las ordenanzas municipales.

La normativa vigente hasta el pasado 28 de mayo habilitaba las whiskerías en Santa Rosa mediante una ordenanza denominada ?Código de espectáculos públicos?, que amparaba espectáculos con pocos códigos y bastante público. ?Desde mi concepción feminista no podía menos que cuestionar que las mujeres fueran consideradas un ?espectáculo? teniendo en cuenta que cumplían el rol de alternadoras, es decir, según los propios médicos municipales, prostitutas?, se indigna Mónica Molina.

En uno de los episodios más resonantes por instalar en la agenda pampeana y nacional el tema, se efectuó una campaña por medio de afiches y pasacalles con motivo del paso de la competencia París-Dakar por la ciudad de Santa Rosa los días 2, 3 y 4 de enero de este año, con el fin de prevenir y desalentar la trata de personas para explotación sexual.

Pero sería un artículo de la periodista Mariana Carbajal publicado en el diario porteño Página/12 a fines de marzo, el que precipitaría los acontecimientos: Carbajal remataba la denuncia sobre lo que ocurría en Santa Rosa con un desafío: ?Si algún juez quiere investigar, no tiene otra cosa que pedir los registros que tiene el municipio?, escribió. El fiscal Marcelo Colombo, de la Unidad Fiscal de Secuestros Extorsivos y Trata de Personas recogió el guante, y empezó una investigación de oficio. ?Su visita a Santa Rosa y su preocupación por la concepción reglamentarista de la norma contribuyeron a que hoy la estemos modificando?, interpreta Molina.

Casi paralelamente, una investigación judicial ordenada por la Justicia Federal de Formosa desbarató una banda de tratantes que operaba entre esa provincia y Santa Rosa y cuya cabecilla era una mujer, Alicia Videla. Todo lo denunciado por la subdirección de Políticas de Género con anterioridad es corroborado tras la caída de esta banda. Inútiles serían los intentos de la fiscal federal, Marta Odasso, de tapar el cielo con las manos al asegurar que ?no hay trata de personas en Santa Rosa?. El subcomisario Daniel Rodenas, de la División Trata de Personas de la Policía Federal, confirmaría a Molina la comisión de este delito.

Como consecuencia del operativo federal, se produce el allanamiento y cierre del ?Privado VIP Wiskería?, uno de los locales donde se ejercía la prostitución. Molina comienza a tomar contacto con las mujeres que trabajaban en ese lugar y que habían quedado en la calle, logrando cerrar el proceso político y social con el enfoque de las víctimas: ?Tener frente a mí a estas víctimas de trata, conocer sus historias, sus dolores, fue suficiente como para sentir un mayor compromiso?, recuerda.

?Una cosa me quedó muy claro ?agrega-: el mito que la sociedad tienen sobre que las prostitutas ganan mucha plata, es algo que se desmorona cuando una escucha los testimonios y el estado en que quedan estas jóvenes?, agrega la funcionaria.

De cara al futuro

La sanción de la Ordenanza que terminó con los prostíbulos en Santa Rosa tiene otra mujer como protagonista: la concejala Alicia Iribaren, autora de proyecto. En sus fundamentos, Iribaren indica que no existen ?decisiones políticas contundentes que pongan límites al funcionamiento de estos lugares, desde donde se cometen ilícitos que atentan contra la dignidad humana?.

Subraya también que en esos lugares ?trabajan? jóvenes que son obligadas al ejercicio de la prostitución, ?agravada por los delitos de proxenetismo, rufianería y trata de personas? y critica las normas anteriormente vigentes, por estar encuadradas ?en una postura reglamentarista frecuente en casi todas las legislaciones municipales, que no sólo ha facilitado la comisión de delito sino que además ha desconocido legislación nacional e internacional referida a la violación de derechos de niños, niñas y adolescentes?.

Ya la nueva Ordenanza ha generado inquietudes en otros municipios como el de General Acha; de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe y del movimiento de mujeres de Gualeguaychú (Entre Ríos), aprobándose recientemente una ordenanza idéntica en la ciudad de Comandante Luis Piedrabuena, Santa Cruz, un provincia emblemática por los prostíbulos denominados ?Las Casitas? de Río Gallegos.

Además, despertó el interés de la Comisión Interprovincial Patagónica para replicar estas acciones en comunas de las provincias del sur. La Fundación La Alameda ?cuyos representantes visitaron este fin de semana Santa Rosa-, calificó la disposición como ?una sana e histórica decisión?.

¿Podrá esta norma ser aprobada en los municipios y gobiernos de las principales ciudades argentinas? Ése sí sería un formidable golpe a los traficantes de personas, y un ejemplo para el mundo: ?La sanción de esta Ordenanza es el primer paso que permite mostrar que desde el Estado es posible modificar la historia de las mujeres, y en este caso particular, tamaña violencia contra las mujeres como es la trata de personas por explotación sexual?, se ilusiona Mónica Molina.

Tiene motivos. Somos muchos los que pensamos que el XXI es el Siglo de las Mujeres. Y esta historia, desde aquella víctima de la violencia machista que permitió cambiar un intendente hasta la subdirectora Molina y la concejala Iribaren, pasando por todas las que fueron sometidas a la esclavitud y liberadas, es al fin y al cabo, una historia de mujeres?

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