Convento de Nogoyá delito de torturas y privación ilegítima de la libertad,

«A las ex Carmelitas les costaba hablar, por las secuelas físicas y psíquicas»

El periodista Daniel Enz, quién realizó la investigación periodística que motivó el allanamiento en el convento de la ciudad de Nogoyá, declaró en la causa ante la justicia y afirmó que las ex Carmelitas y sus familiares le pidieron que investigara» porque las secuelas físicas y psíquicas  han sido muy fuertes.carmelitas

El periodista Daniel Enz, quien realizó la investigación periodística que motivó el allanamiento en el convento de la ciudad de Nogoyá donde se hallaron látigos, cilicios y elementos de auto flagelación, declaró en la causa ante la Justicia y afirmó que las ex carmelitas y sus familiares le pidieron que investigara «porque las secuelas físicas y psíquicas han sido muy fuertes».

La investigación «demandó cerca de dos años porque fue muy difícil» que ellas y sus familiares declararan. «No podían hablar, se quebraban de tal forma que me pedían disculpas y, bueno, recién ahora están pudiendo hablar», señaló el periodista, autor del artículo «Las torturas del convento».

En esa nota -publicada el pasado jueves en su revista «Análisis»- Enz da cuenta de torturas, sometimiento y enclaustramiento forzado y afirma que «es habitual el uso del látigo y el cilicio para autoflagelarse, y existe una estricta prohibición de no hablar de lo que sucede», razón por la cual «varias de las ex monjas están con tratamientos psicológicos por las secuelas».

En paralelo, en una entrevista a la radio Oíd Mortales de Concordia, Enz reveló que «hace cerca de dos años familiares de ex monjas del Carmelo hicieron contacto con nosotros y nos pidieron que nos pusiéramos a investigar los excesos o torturas que se cometían allí», por lo que desde el medio que dirige recolectaron testimonios de ex monjas, familiares, psicólogos y otros referentes de la salud de la región.

El periodista agregó que «fue difícil convencer a las hermanas de contarnos las historias, por el daño psicológico que tenían, se notaba la angustia que les provocaba recordar lo vivido».

«Además hubo que convencer a las ex monjas que podían hablar libremente», agregó el periodista oriundo de Santa Fe, y explicó que durante su presentación en la causa «aportamos pruebas y testimonios que corroboran lo que denunciamos para que el hecho no quede impune».

La Justicia «está investigando los movimientos del convento por el delito de torturas y privación ilegítima de la libertad, por los castigos y por no permitirles abandonar la congregación, tras los pedidos que formulaban», las internas del convento, detalló.

Enz sostuvo que «hay víctimas y uno no está contra el convento ni la Iglesia, (pero) me parece que ser una religiosa puede determinar sacrificios pero no situaciones de tortura donde exigían como castigo el uso del cilicio -que es algo que se coloca en piernas, brazos o torso y tiene púas- o el flagelo con un látigo con puntas que, a su vez, tiene pelotas en cada punta».

También «las obligaban a usar la mordaza: les hacían abrir la boca (y les colocaban) un tubo que va atado con un elástico, el cual se lo hacían usar por 24 horas y solamente se lo podían sacar para comer», añadió.

En tanto, según detallaron ex carmelitas que participaron de la investigación periodística, «cada una tiene su habitación, donde no hay calefacción ni ventilación de techo y, como parte del martirio, durante las épocas de mucho frío les hacían usar sandalias sin medias o, en el verano, ropa de lana».

«El lugar está rodeado de muros altos de más de cinco metros, con alambres de púa en el extremo superior», precisó el investigador, y detalló que cuando una mujer quería ingresar «su voto de silencio era obligatorio» y que «si un familiar iba de visita, siempre había alguien escuchando las conversaciones para que no hablaran de temas vulgares».

Agregó que «existía una regla, que era o no hablar o hablar de Dios, y las cartas eran leídas por la superiora, las que recibían y las que enviaban».

Finalmente Enz explicó que «hubo demasiadas víctimas entre las que lograron salir del convento, de las cuales dos llegaron a cometer intentos de suicidio en los últimos años», por lo que «el arzobispo (Juan Alberto) Puiggari -recomendó- debería preocuparse realmente de revertir lo que sucede».

Imagen :epanews.com